
JESUS BRAVO Yana Bolder
Celia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeBiografía Pocas agrupaciones musicales han perdurado medio siglo manteniendo inalterable su identidad rítmica, superando los empujes de la industria discográfica y resistiendo los avatares de la cultura de consumo como lo ha hecho El Gran Combo de Puerto Rico. Distinto a otras orquestas salseras, en particular las surgidas en Nueva York desde finales de la década de 1960, nuestros denominados “Mulatos del Sabor” siempre han protegido su timbre musical de innovaciones y experimentos complejos, salvaguardando el sonido propio, sencillo y cadencioso que le ha caracterizado desde su fundación, el 26 de mayo de 1962. No quiere decir que a lo largo de 54 años de historia hayan evadido la significación de las nuevas técnicas y tendencias armónicas arribadas por nuevos tiempos y nuevas generaciones. Por el contrario, las estudian y disfrutan, pero por lo general, las mantienen en cautelosa distancia para evitar contagiar los rasgos identitarios de su sonoridad. Gracias a esa circunspección creativa, el grupo, comandado por Rafael Ithier Nadal, ha logrado establecer una rúbrica como muy pocas otras agrupaciones afroantillanas. La muestra está en su catálogo musical, por lo que basta escuchar, por ejemplo, la armonización de “Acángana”, tema producido en su tercer trabajo discográfico, a finales de 1963, y continuar un viaje por su historia a través de melodías como “Ojos chinos”, “A ti te pasa algo”, “Las hojas blancas” o “Sin salsa no hay paraíso” para confirmar la tesis. Su vigencia responde, además, a la sincronía entre creación artística, que suma música y talento, y fraternidad colectiva, zurcidas en una ética de trabajo singular que se sostiene en la filosofía del cooperativismo. Pero más allá del sonido y la rítmica de sus canciones, si ponderamos otros elementos creativos y sociológicos concluimos que El Gran Combo de Puerto Rico es el grupo que mejor define lo que denominamos salsa y, sin temor a equivocarnos, nadie en el entorno latinoamericano y caribeño, dentro o fuera de Estados Unidos, ha alcanzado igualar su distinción y su preeminencia histórica. Parte de la receta del éxito de esta famosa agrupación está en hacer temas cotidianos con arreglos sencillos, cadenciosos e inteligibles; una buena sección rítmica y mucha clave, siempre pensando en el gusto del público sin apartarse –y esto es importante– de las raíces de la música popular puertorriqueña. El propio Rafael Ithier lo explica con candidez en una entrevista que forma parte del borrador de sus memorias: “Al no contar con una educación formal en música, no puedo pensar en las obras de Beethoven ni Bach, pero sí en Chuíto (Jesús Sánchez Eraso) y Ramito (Flor Morales Ramos) al momento de componer mis arreglos”. Sonido de la modernidad Desde su fundación, El Gran Combo de Puerto Rico cultiva un espacio importante en nuestro cancionero puertorriqueño y antillano, destacándose como una de las pocas instituciones musicales que asumen la representación social e histórica del desarrollo de nuestra modernidad melódica, transitando con vigorosidad por la interpretación de ritmos como bomba, guaracha, merengue, boogaloo, jala-jala, bolero, tango y, por supuesto, salsa. El Gran Combo @ Foxwoods 6 El Gran Combo @ Foxwoods 6 1/8 Es, sin dudas, seña de la identidad nacional y afrocaribeña que se nutre de la rica tradición cultural que emerge y se consolida en la última mitad del siglo XX y que permanece fortalecida hasta el presente. Su propuesta artística matiza una nueva época. Curtidos a la sombra del veterano percusionista Rafael Cortijo Verdejo, los músicos que originaron El Gran Combo en 1962 lograron imponer un sonido cadencioso que de inmediato cautivó la audiencia nacional y, en poco tiempo, durante su primera década, comenzó a echar fuertes raíces en escenarios alrededor de Estados Unidos, Colombia, Venezuela y Panamá. La amplitud de su repertorio, lo chispeante de sus coreografías, el carisma de sus integrantes y la sapiencia de incorporar en su cancionero melodías jocosas y narraciones cotidianas atizaron la clave del éxito. De esa manera, el grupo que fundó Rafael Ithier, Quito Vélez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Héctor Santos y Eddie Pérez junto a Milton Correa, Daniel “Maninín” Vázquez, Micky Duchesne, Chiqui Rivera y Pellín Rodríguez despuntó por su capacidad para entretener y provocar el baile entre los amantes de la buena música. Poco tiempo después de su creación, y tras la incorporación al colectivo de Roberto Roena y Andrés “Andy” Montañez, el trabajo de El Gran Combo refulgió en la televisión, constituyéndose en el primer conjunto musical del País en dominar, cabalmente, ese medio masivo de comunicación. Su presencia pública fue imponente: por siete años consecutivos mantuvieron una participación diaria por las ondas radiales y doce programas de televisión a la semana, convirtiéndose en la gran sensación musical del País. Determinaron, además, las pautas del desarrollo de la música popular nacional justo al momento en que se generaba la gran transformación socioeconómica de la sociedad puertorriqueña. Durante sus primeros siete años, el arte de El Gran Combo de Puerto Rico se consignó en las producciones “Menéame los mangos” (1962), “El Gran de siempre” (1963), Acangana (1963), “Ojos chinos-Jala jala” (1964), “El caballo pelotero” (1964), “El swing del Gran Combo” (1965), “En Navidad”(1966), “Maldito callo” (1967), “Esos ojitos negros” (1967) “Boleros románticos” (1967), “Fiesta con El Gran Combo” (1967), “Boogaloo con El Gran Combo” (1967), “Tú querías boogaloo” (1967), “Pata pata, jala jala Boogaloo” (1967), “Tangos por El Gran Combo” (1968), “Merengues” (1968), “Los nenes sicodélicos (1968) “Bombas” (1968), “Guarachas” (1968), “Latin power” (1968), “Smile” (1968) y “Este sí que es” (1969). Al mismo tiempo, el poderío de la agrupación se hizo sentir en los principales escenarios musicales de la ciudad de Nueva York, donde se asentaba una poderosa colonia de puertorriqueños. Empero, la gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió su contrato, minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes del colectivo con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la agrupación el Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío. El empresarismo del Combo La “Universidad de la Salsa”, comandada por el ingenio de Rafael Ithier, sobrevivió las inclemencias de esa nueva época. La vacante de Roberto Roena se llenó con el famoso bailarín Mike Ramos, quien aportará nuevas coreografías al colectivo. Como paliativo a la crisis, además, se aventuraron a crear su propio sello discográfico, EGC Records, para producir sus trabajos musicales y no desaparecer de la escena artística. Bajo esa estampa apareció el disco “Estamos primero” (1970), seguido por “De punta a punta” (1971), trabajo en el que se exploró, por primera vez, el sonido del trombón en la orquesta, y “Boleros románticos” (1972). A pesar de su calidad, estas producciones no penetraron el mercado con la fuerza que se esperaba, aunque contribuyeron a la sobrevivencia del grupo. Mas fue el lanzamiento del álbum “Por el libro” (1972), seguido de “En acción” (1973) y “Número 5” (1973) los que retornaron a El Gran Combo a su cima, gracias a la popularidad que lograron los temas “Hojas blancas”, “El barbero loco”, “Guaguancó de El Gran Combo”, “Julia” y, especialmente, “Los zapatos de Manacho”. El éxito que comenzó a saborear la agrupación en ese periodo sufrió un trago amargo al producirse la salida del cantante Pellín Rodríguez, quien en 1973 optó por impulsar su carrera como solista. El veterano cantante, artífice del éxito “Amor por ti”, fue reemplazado inicialmente por Marcos Montañez, hermano menor de Andy, aunque su sustitución formal se concretó con el reclutamiento del vocalista y sonero Charlie Aponte, un joven de voz espléndida, entusiasta y disciplinado que representó un gran acierto para el colectivo. Con nuevos bríos, El Gran Combo comenzó a brillar como una de las instituciones salseras más importantes dentro y fuera de Puerto Rico, consignando su fuerza en los discos “Disfrútelo hasta el cabo” (1974), “Número 7” (1975), “Los sorullos” (1975) y “Mejor que nunca” (1976). Fue, entonces, cuando la agrupación, justo cuando recuperó su sitial, sufrió la salida del cantante Andy Montañez, en 1977. El recordado “Niño de Trastalleres” aceptó una seductora oferta artística para grabar como solista e integrar, a su vez, la plantilla de la orquesta venezolana Dimensión Latina. La decisión de Andy Montañez afectó los ánimos de la mayoría de los integrantes del grupo pues, por un momento, fue inconcebible su ausencia, máxime cuando era considerado como el “hijo mayor” de Rafael Ithier. El malestar que produjo su partida fue transformado en aliento, perseverancia y voluntad para continuar un proyecto musical que siempre ha estado por encima de cualquiera de sus integrantes. El vacío de Andy Montañez fue llenado por el cantante Jerry Rivas, a quien le correspondió asumir un gran reto. Sin embargo, la fuerza melódica que caracterizaba a este joven vocalista, que inició en la orquesta el 19 de abril de 1977, comenzó a seducir a los amantes del grupo, quienes fueron persuadidos con las interpretaciones “Buscando ambiente”, aparecido en el álbum “Internacional” (1977), y “La clave y el bongó”, incluido en la producción “En Las Vegas” (1978), el ultimo disco hecho para el sello EGC. La década de 1980 marcó varias rutas importantes en la historia de El Gran Combo. Este periodo inició con la puesta en el mercado, en 1979, del álbum “Aquí no se sienta nadie”, la producción más refulgente en la carrera musical del grupo y la que selló el cierre de operaciones de la productora EGC, propiedad del colectivo, para comenzar una nueva relación comercial con la compañía Combo Records. El valor de “Aquí no se sienta nadie” se inscribe en la fuerza que esta producción generó en el mercado, al extremo de abatir la invasión salsera neoyorquina, importada de la familia, que hasta entonces copaba las ondas radiales y el comercio discográfico del País. Como dato histórico, este es el primer trabajo de El Gran Combo en el que todos sus temas fueron éxitos abrumadores: “Más feo que yo”, “Así son”, “Celos de mi Compay”, “Adela”, “Nido de amor”, “Brujería”, “Oprobio” y “Mujer boricua”. Así las cosas, el impacto derivado de esta producción revirtió en una intensa agenda de presentaciones dentro y fuera de Puerto Rico que elevaron la insignia de “Los Mulatos del Sabor” a un nuevo sitial. El tránsito de los años 80 continuó con la salida al mercado de las producciones “Unity”(1980) y “Happy Days” (1981), marcando el paso con éxitos como “Compañera mía”, “Te regalo el corazón”, “Pico pico”, “A la reina”, “El menú” y “Timbalero”.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
closeCelia Cruz (La Habana, 1924 - Fort Lee, Estados Unidos, 2003) Cantante cubana, una de las más grandes intérpretes de música latina del siglo XX. Ya en la década de 1950 cobró popularidad como vocalista de La Sonora Matancera, una de las orquestas punteras de la Cuba de Batista; el advenimiento de la revolución cubana (1959) forzó su exilio a los Estados Unidos, donde se vinculó a los artistas latinos de Fania All-Stars e inició su carrera en solitario. Celia Cruz A lo largo de más de medio siglo de trayectoria artística, la indiscutible Reina de la Salsa grabó alrededor de setenta álbumes y ochocientas canciones, cosechó veintitrés discos de oro y recibió cinco premios Grammy. Mucho más relevantes, sin embargo, fueron las innumerables giras y conciertos que prodigó por incontables países y que hicieron de ella la embajadora mundial de la música cubana. Ciertamente, Celia Cruz será siempre recordada por aquellas sensacionales actuaciones en directo en las que desplegaba todo el magnetismo de su voz y de su arrolladora personalidad; conciertos en los que era imposible no bailar y no sentirse contagiado de su inagotable vitalidad y alegría. Biografía Celia Caridad Cruz Alfonso nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana el 21 de octubre de 1924, si bien algunas fuentes señalan su nacimiento cuatro años antes, y otras en 1925, datos todos ellos de difícil comprobación dada la persistente negativa de la estrella a confesar su edad. Segunda hija de un fogonero de los ferrocarriles, Simón Cruz, y del ama de casa Catalina Alfonso, Celia Cruz compartió su infancia con sus tres hermanos (Dolores, Gladys y Barbarito) y once primos, y sus quehaceres incluían arrullar con canciones de cuna a los más pequeños; así empezó a cantar. Su madre, que tenía una voz espléndida, supo reconocer en ella la herencia de ese don cuando, con once o doce años, la niña cantó para un turista que, encantado con la interpretación, le compró un par de zapatos. Con otras canciones y nuevos forasteros, la pequeña Celia calzó a todos los niños de la casa. Después se dedicó a observar los bailes y las orquestas a través de las ventanas de los cafés cantantes, y no veía la hora de saltar al interior. Sin embargo, sólo su madre aprobaba esa afición; su padre quería que fuese maestra, y Celia, no sin pesar, intentó satisfacerle y estudiar magisterio. Pero pudo más el corazón: cuando estaba a punto de terminar la carrera, la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música. Ya por entonces cantaba y bailaba en las corralas habaneras y participaba en programas radiofónicos para aficionados, como La Hora del Té o La Corte Suprema del Aire, en los que obtenía primeros premios tales como un pastel o una cadena de plata, hasta que por su interpretación del tango Nostalgias recibió un pago de quince dólares en Radio García Cerrá.
closeEl amigo de Celia Cruz y las leyendas de la Fania All Star fallece en un hospital y este es su legado POR EFE FEB. 15, 2021 4 PM PT Facebook Twitter Show more sharing options El legendario músico Johnny Pacheco, quien falleció la tarde de este lunes a los 85 años de edad en un hospital de la ciudad de Nueva York, nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) en marzo de 1935, pero era neoyorquino de adopción. Durante toda su vida se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo. Cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania y conocido como “El Padrino de la salsa”, Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como “La Dicha Mía”, “Quítate Tu Pa’Ponerme Yo”, “Acuyuye” o “El Rey De La Puntualidad”. A lo largo de su carrera, Pacheco popularizó la frase “tres de café y dos de azúcar”, la receta para hacer un buen café, y la hizo su lema artístico.
closeHistoria La historia de la banda representa la ascensión y difusión de la salsa como etiqueta comercial para la música latina. El comienzo de la banda fue un evento promocional con varios artistas bien conocidos y estrellas invitadas de otros sellos, como Tito Puente de Tico Records y Eddie Palmieri, Ricardo Ray y Bobby Cruz de Alegre Records. El primer concierto de los All-Stars se grabó y editó en dos discos de larga duración: Live At The Red Garter, volúmenes 1 y 2, pero ninguno de los dos se vendió muy bien. En 1971 el segundo concierto de la Fania All-Stars fue grabado y filmado en vivo, resultando en los volúmenes 1 y 2 de Fania All-Stars Live at the Cheetah. Esta grabación se convirtió en el álbum latino más vendido grabado en un solo concierto. Después de sus conciertos en Puerto Rico, Chicago (Estados Unidos) y Panamá, la orquesta de Fania tuvo su primera actuación en el Yankee Stadium, con una capacidad de 64.000 espectadores, el 24 de agosto de 1973, con sus lumbreras principales. Antes del evento fue ambiciosamente pronosticado que el concierto iba a revolucionar la industria musical, como lo hicieron The Beatles en los primeros años sesenta y Woodstock en 1969. Material de su concierto en el Yankee Stadium y también de su concierto en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan (Puerto Rico) constituyen la mitad de su grabación Latin-Soul-Rock (1974). En 1974, la presentación de los All Stars en el estadio Statu Hai (con una capacidad de 80.000 espectadores) en Kinshasa (Zaire) fue grabada por Leon Gast y estrenada como la película Live in Africa en 1974 (distribuida en video en el Reino Unido bajo el título Salsa Madness en 1991). Esta representación zaireña ocurrió en el festival de música que se llevó a cabo en combinación con el combate boxístico por el título de los pesos pesados entre Mohammed Ali y George Foreman. La Fania All-Stars compartió tarima con Stevie Wonder y otros artistas muy conocidos. La Fania volvió al Yankee Stadium en 1975, resultando en dos volúmenes musicales titulados Live At Yankee Stadium (1975), en la cual se destacaron los vocalistas de Fania y Vaya Records. Pero se debe dejar claro que la música en esos discos realmente corresponden a las grabaciones de la Fania en el Coliseo Roberto Clemente. El tema de Héctor Lavoe, "Mi gente", expresa esto claramente. En la búsqueda del sello Fania por un mercado más amplio para la salsa llegó a un acuerdo con Columbia Records para grabar una serie de álbumes con la intención de cruzar géneros musicales norteamericanos con el sonido latino. El primer proyecto fue el acoplamiento de Steve Winwood con los músicos de los All-Stars reducido a una sección rítmica compuesta por Pacheco, Barretto, Roena, Marrero, Valentín y Lucca, para grabar el poco memorable Delicate & Jumpy (1976), estrenado por Columbia en los EE.UU. e Island Records en el Reino Unido. Por las mismas fechas, Island sacó en Gran Bretaña la colección del sello Fania titulada Salsa! y Live, también grabado por la Fania All Stars. En 1976 la Fania All-Stars realizó su única presentación en el Reino Unido con un memorable concierto, que fue completamente vendido, en el Lyceum Ballroom de Londres, con Winwood como invitado especial. A la vez que salían los discos editados a través del acuerdo con Columbia, seguían saliendo discos de la Fania All-Stars publicados por el sello Fania, como el tributo a Tito Rodríguez, que supuso la introducción por primera vez de Rubén Blades en los All-Stars. La serie de Columbia, que continuaba con poco éxito, estrenó el LP Rythm Machine, integrado otra vez con la sección rítmica de la Fania All-Stars, el pianista Bob James (productor ejecutivo) y el guitarrista invitado Eric Gale. Por su parte, Spanish Fever (1978) contó con los invitados Maynard Ferguson, Hubert Laws, David Sanborn, Gale y otros. El año 1978 también vio el estreno de Live, un álbum de la Fania All-Stars, de nuevo producido por Fania Records, con una versión completa de la orquesta grabada en concierto en el Madison Square Garden de Nueva York en septiembre de ese mismo año. La última grabación de la serie con Columbia, Crossover, fue lanzada el siguiente año, a la vez que Havana Jam, en este caso por Fania, que proviene de un concierto histórico grabado el 3 de marzo de 1979 en La Habana, con los All Stars junto a Billy Joel, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, Weather Report y las bandas cubanas Irakere y Orquesta Aragón. Desde los finales de los 70s la Fania empezó a disminuir en popularidad, lo cual fue atribuido a una película que fracasó comercialmente, quejas por parte de los músicos por falta de incentivos y el fracaso de los tratos de distribución con Colombia y Atlantic Records para lanzar la salsa al mercado convencional norteamericano como había sido anticipado. Además, la escena salsera de Nueva York, a la cual Fania Records estaba inextricablemente unida, fue eclipsada por el merengue dominicano en la primera mitad de la década y, después, por el impulso de la salsa romántica que se puso de moda en los últimos años 80 y primeros 90. Reflejando el deterioro de la compañía, los estrenos de la Fania All Stars disminuyeron casi por completo ya para los últimos años 80. Sus elepés entre 1980 y 1989 incluyeron un excelente álbum más cercano al jazz latino, titulado California Jam, y el particularmente débil Social Change (1981), con los músicos invitados Steel Pulse y Gato Barbieri, que resultó en otro fracasado intento de cruzar géneros musicales; Bamboleo (1988), que incluía la interpretación de cuatro éxitos de los Gipsy Kings "salsificados", y también los más robustos Commitment (1980), Latin Connection (1981), Lo que pide la gente (1984) y Viva la charanga (1986). Para celebrar el 20 aniversario de la banda se estrenó en 1986 Live in Africa, grabado en Zaire en 1974, y Live in Japan, grabado en el Japón en 1976. Los 30 años de Fania Records, fueron conmemorado en el 1994 con un gira de cuatro ciudades (San Juan, Miami,Cali y Nueva York) por los integrantes originales de los All Stars.
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https://www.youtube.com/watch?v=eVCfp8WuAA0 The whole point of digital music is the risk-free grazing" Cory Doctorow, Canadian journalist and co-editor and of the off-beat blog Boing Boing, is an activist in favor of liberalizing copyright laws and a proponent of the Creative Commons non-profit organization devoted to expanding the range of creative works available for others to build upon legally and to share. Doctorow and others continue to write prolifically about the apocalyptic […]
Price, 57, has played music nearly her whole life, starting with piano when she was five years old. But in the fall of 2009, the guitar was still something of mystery to her. She had been playing for only a couple of months and was struggling a bit with the new challenges. Yet, instead of holing up in her living room to practice until she felt more confident, she did […]
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